Yael Mancilla- Oleo sobre papel

Nacida en Santiago de Chile durante la dictadura de Pinochet, Yael Mancilla creció en un entorno donde el arte, la comunicación y la política se entrelazaban. Su abuela era pintora, su madre periodista y su padre tenía fuertes convicciones de izquierda. Desde pequeña encontró en el dibujo su refugio, una necesidad que más tarde se convertiría en su lenguaje principal.

Su formación en la Universidad Católica de Chile le dejó inquietudes más que certezas. La enseñanza artística que recibió le pareció conceptual y rígida, lo que la llevó, con el tiempo, a desprenderse de ciertos esquemas para explorar nuevas formas de expresión. Durante un tiempo, canalizó su creatividad a través de la ilustración infantil y la poesía, en un intento por conectar con lo esencial de la imagen y la palabra.

Su búsqueda artística la llevó a México, donde vivió en Oaxaca por siete años. Allí encontró un arte más espontáneo, libre de imposiciones teóricas, marcado por la tradición y el oficio. En contacto con comunidades y artistas locales, descubrió que su trabajo solo cobraba sentido cuando se vinculaba a un propósito social.

El intercambio con distintas culturas y el trabajo en proyectos comunitarios transformaron su perspectiva. Más que una creadora aislada, se convirtió en una artista que entiende el arte como una construcción colectiva, un espacio de encuentro donde el aprendizaje y la creatividad se alimentan mutuamente. Su obra es testimonio de esa conexión entre memoria, identidad y compromiso humano.