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La porcelana de Limoges, surgida entre 1765 y 1770 gracias al descubrimiento de caolín cerca de Limoges, se ha consolidado como una de las dos principales producciones de porcelana en Francia, junto con Sèvres. Este arte cerámico, duro y translúcido, encuentra su cuna en un territorio real de producción organizado en torno a la ciudad de Limoges (Haute-Vienne), donde diversas empresas con siglos de antigüedad aún operan.

Desde 2017, la indicación de origen "Limoges" goza de reconocimiento y protección como denominación de origen geográfica. Sin embargo, este nombre se reservó para la porcelana fabricada y decorada en Limoges desde una decisión del tribunal comercial de 1962. Este debate sobre la autenticidad de la porcelana "Limoges" ha persistido desde principios del siglo XX, intensificándose con la creciente competencia internacional.

La historia de la porcelana de Limoges se remonta a 1769, cuando Luis XV adquirió el depósito de caolín, convirtiendo la producción de porcelana en un privilegio real. A lo largo de los siglos, experimentó un crecimiento significativo, alcanzando su apogeo en el Segundo Imperio francés, con más de diez mil trabajadores en 1891. Sin embargo, la crisis de 1929 y las guerras mundiales impactaron duramente la industria, llevando a la reconversión y la modernización.

En el siglo XXI, la porcelana de Limoges continúa siendo un símbolo de excelencia y lujo, con marcas como Bernardaud, Haviland, y Raynaud liderando la industria. A pesar de los desafíos y la amenaza de deslocalización, el sector busca mantener su autenticidad y calidad, respaldado por la obtención de la Indicación Geográfica Protegida en 2017. La porcelana de Limoges persiste como una expresión artística y cultural, representando una rica tradición que ha resistido el paso del tiempo.